Hasta pareces ropero de abuelita o el Verdadero Amor

Finalmente quedamos en vernos, después de varios meses e intentos fallidos nos veríamos a las 19:00 horas afuera del Superama. A pesar de haber tenido una semana muy pesada, levantándome muy temprano y durmiendo tarde, era esa noche o, nuevamente tardaríamos otros días, semanas o meses más hasta concretar el encuentro.

Llegue a las 19, me marcó y dijo que llegaría mucho más tarde, que si lo esperaba a las 20 horas, le dije que sí (primer error). Mientras, pase al Superama, compré un Böost (bebida energética que me bajó la presión, me dio una leve taquicardía y ligero dolor de cabeza) y esperé, muy trajeado y arreglado como regularmente voy a la oficina. A las 20:15 apareció, en motocicleta, vestido en mezclilla y cuero.

El contraste era genial, dos cabronzotes, barbones, uno de traje el otro en versión ruda. Anteriormente me había dicho que su casa era pequeña y no solía llevar gente, pero... se animo a invitarme y yo me anime a ir (otro error). El señor no vivía en una casa sencilla, o bueno, sí, pero era... una... como... casa comunitaria, una vecindad pues. Eso no me causa problema. En fin, nomás entrar, me di cuenta que sólo rentaba un cuarto diminuto. Eso tampoco habría sido problema.

El amontonadero de cosas, ropa, muebles, equipo fotográfico, todo combinado o alternado con basura y trastes sucios, era un cuadro poco excitante. Luego, por una de las paredes, que en realidad era un triplay delgado de madera, se podía escuchar tooooodo lo que del otro lado pasaba; una madre y varios de sus hijos, peleando por la leche, discutiendo y portándose mal. ¿es necesario que diga que ese ambiente de sonidos era nulo de excitante? y que si yo oía todo, ¿ellos en determinado momento escucharían nuestra futura sesión de pasión?

En algún momento comenzamos a desvestirnos; pero... en él, su aroma de todo el día, el cotidiano, de la calle, era un tanto fuerte, y hasta este punto, ya tenemos, una habitación cutre, sonidos de familia discutiendo y un aroma que... bueno, elementos que no contribuían a sentirse bien. Luego, se puso un short y una camiseta, me comentó que iría al baño, pensé en alguna puerta escondida atrás de la ropa colgada o algo así y no, no había baño dentro de su habitación de vecindad, tenía que salir, cruzar un patio y llegar a un baño comunal.

Regresó y yo estaba más que frío, se me había bajado cualquier calentura, se quitó su playera y short, pude apreciar mejor su puerculencia; es cierto que tiene unos brazos y espalda de infarto, pero su enorme panza, sus enormes lonjas, se disimulaban más entre la ropa. Además, su lampiño cuerpo no correspondía con su barba cerrada. Eso seguía acercándome más al helado polo norte que al calor infernal de la pasión.

Al salir de la oficina, me acicale, lave los dientes, me puse desodorante; en cambio, él, puuuuajjjj, ni siquiera se lavó las manos al regresar de "ese baño" comunitario; la boca le olía a tacos, el cuerpo despedía ese aroma a azufre de la gente que come muchas cebollas y ajos, un olor fétido.

Si bien soy activo, ver un pene y tocarlo es excitante, peeerooooo al ver que su penecito tampoco correspondía con su tamaño, recordé la frase de un amigo a otro (en la cancha de basquet de los fines de semana)  cuando ambos se molestan mutuamente; diciéndole uno al otro chaparro; y el bajito le contestó "a ti de que te sirve el tamañote si pareces ropero de abuelita", todos quedamos con una ligera sonrisa sin entender del todo el chiste, a la expectativa del desenlace que explique esa sentencia y sucedió: "tremendo mueblesote con una llavecita", las carcajadas no se hicieron esperar. Y ahí estaba yo frente a un roperote con su llavecita.

Así era este tipo, grandote, más alto que yo, unos brazotes, unos hombrotes, peeerooo, una panzota bofa, amorfa aguada, y un penecito, que erecto, de ninguna manera era más grande que mi meñique. Ahora sí que, esa fue la cerezita del pastel (jajajajaja, literal, la cerezita). No tenía ganas de sexo, me quería ir ya, todo eso era demasiado, más grande (irónico, jajajaja) que mi calentura, todo me rebasaba, el cansancio, los sonidos, la suciedad personal, de su casa, todo, todo, me parecía demasiado para mí. En fin, esa noche nada pasó, no pasó de unos besitos y abrazos.

Noches después coincidimos en el manhunt, y comenzamos a charlar. Y comenzó con su rollo, a preguntarme si él estaría mal al buscar el verdadero amor en el MNHNT, que él si creía en la pareja super comprometida, no como otros (leáse yo y todos los que son como yo) que sólo buscan sexo, sólo un acostón y ya, que sólo utilizan a la gente para saciar sus instintos, pero él, él, era todo amor, todo bien, todo fidelidad, todo, todo, una mujer con sueños de príncipe azul.

Entendí perfecto el mensaje, "tú sólo querías cogerme, aprovecharte de mi inocencia, ahhh pero ahora me respondes cabrón". Me colmó la paciencia, (anteriormente en varias ocasiones se aventó el discurso del "verdadero amor") y le dije que no sabía si él estaba mal, pero me quedaba claro que MNHNT es para cabrones calientes que quieren sexo, y entre las ventajas de ser puto, es coger con quien uno quiera, y eso de esperar al "verdadero amor", al príncipe azul y ver a los demás (o sea yo) como basura sólo por no coincidir con su visión Televisa de la ama de casa perfecta con esposo, perro, pelota (y no lo duden niños) no lo hacía mejor.

Que no juzgara y que si quería sólo coger que siguiera en MNHNT si no, pues que deje la página y ya le llegará el "verdadero amor", pero esa página, en principio es para buscar sexo entre cabrones (bueno y jotitas también, o principalmente). Se encabronó por lo que le dije, y al final de todo dijo: "y tú qué le haces si ni siquiera se te paró" zas, realmente no me ofendió, pero fue el motivo que esperaba, el suficiente para ya no seguir discutiendo, lo bloquié, borre su teléfono y todo lo demás.

No le quise contestar que no me excitó su nidito del "verdadero amor", su vecina, los hijos latosos de ella, su baño, su suciedad, su falta de higiene, su penecito, sus tantos detalles. Que dé gracias que no me vomité y no que no se me paró. Y cada que coincido con él de frente en el Nicho, actúo indiferente, jamás te he visto, no sé quien eres, cada quien su camino.

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