sábado, 9 de junio de 2012

El Jardín, un oasis en Monterrey

El Jardín es el principio y fin, es la primera de las últimas opciones, y es la última de todas la primeras, de la noche o de la madrugada, para empezar o terminar un buen desmadre. El mejor de todos los peores antros de Monterrey y el peor de todos los buenos. Es un oasis de tolerancia y convivencia en medio de una ciudad típicamente intolerante, sectaria, racista y clasista.

No digo que el resto del país no sea así, en todos lados se cuecen habas, pero hoy toca (joder) hablar de Monterrey, donde el clasismo es el deporte nacional. Si no cumples con lo extendidos, generalizados y autoaceptados estereotipos de lo que se espera "ser regio", en automático te discriminan y agreden (no me pasó, porque, con mucho, sobrepaso, contradigo y supero fácilmente los estereotipos que tienen los regios de los chilangos (pero sí tengo prejuicios y estereotipos sobre los regios, y cumplo con el estereotipo de que los chilangos nos creemos el centro del país, pero hoy no toca hablar de la única ciudad indispensable para este país, el DF) 
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En el Jardín, le caen lo mismo la loquita de barrio, peluquera, estridente, rídicula; que chacales casados, albañiles, traileros, bisexuales, bi-curiosos y "bugas openmind" calientes o sin dinero que quieren chichifear unas chelas (chance y ya bien pedos, hasta obtener algún hoyito), llegan algunas jotitas circuiteras del Parking, así como algunos despistados sombrerudos del E y gordos del Brutt, fresas, licenciados, chavitos que empiezan en la putería, maduros, panzones, y mamados, así como travestis guapas y otras que parece que el apocalipsis les pasó encima sin avisarles; gente muy joven, señores, señoronas, viejas , viejos y muuuuuyyy viejos. 

En el Jardín me tocó ver,  a un par de lesbianas, gordas, cheleras, mal habladas, vulgares, cabronas, de barriada, eran un par de traileras bien chacalonas, con más guevos que varios cabrones juntos. (obvio no me incluyo, jajaja), han sido las lesbianas más rudas y batudas que he visto, de por si he visto pocas.

El lugar te transporta a un Monterrey de hace 35, 60, 100 o más años, una vieja cantinucha, llena de cuatreros, cuatreras, mixtos y cuatreLGBTT (por eso de la igualdad de géneros, jajajaja), con tinas llenas de chelas con hielo de bolsa para enfriarlas al viejo estilo, ni que refris ni que pinche tecnología (en serio, también hay refris). La luz es cruda, directa, de lámparas largas y de focos amarillos de 60 watts, no ayuda a disimular los defectos, como sí ocurre en otros sitios mal iluminados, está intensidad de luz a todos daña e impacta por igual, pero tal vez no sea necesario, pues los asistentes saben que tras deambular por la putería del pueblo norteño, o ciudad que se ahoga en sus clichés, urgencias, estereotipos y mamonerías, todos llegarán al final a un lugar diferente al resto de los bares, cantinas y antros del circuito de Montegay.

En fin, el Jardín debería llamarse Oasis, un oasis de tolerancia y convivencia, siempre en el filo de la navaja, algo así como fumar muy relajadamente, disfrutando el tabaco, sentado en un polvorín, pues en este sitio conviven (¿colisionan?) todos los rangos sociodemográficos y psicodemográficos de la putería regiomontana. Y lo mejor, si te ahí te vi (amiga) ni me acuerdo, y como buen regio (y más el gay) juraré que jamás, de los jamases, jamasmente he ido a un lugar tan gacho y lleno de gente fea y vulgar, corriente y pobre, drogadicta, y...y... y... divertida, reventada, que le vale madre quién eres, a qué familia perteneces, tu pasado o tu presente, si eres albañil, casado, macho, jota o chilango, son gente que sólo quieren chelear, bailar, platicar, convivir, ligar y coger, (incluso cobrar o pagar) como un buen antro de putos debe ser o ¿no?
¿Has ido al Jardín? ¿cuál fue tu experiencia? comparte tus comentarios. Calle Colegio Civil, esquina Avenida Cristóbal Colón Oriente, a unos pasos de la estación Cuauhtémoc del Metrorrey, caminando en sentido inverso al tráfico vehicular. Llegar después de media noche, mejor aún, 3 ó 4 de la madrugada para seguir la peda. Ideal para aquellas que gozan de las compras de pánico, de último minuto, de matar o morir.

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